Los bebés prematuros son más propensos a padecer diversos problemas de salud, sobre todo porque sus órganos internos no están completamente preparados para funcionar de forma independiente. Por norma general, cuanto más prematuro es un bebé, mayor es el riesgo de que tenga complicaciones.
Apnea.
La apnea es otro problema habitual en los bebés prematuros. Durante una apnea... el bebé deja de respirar, su frecuencia cardiaca disminuye y la piel se le puede poner pálida, amoratada o azul. La apnea suele estar provocada por la inmadurez del área del cerebro que controla el impulso de respirar. Casi todos los bebés que nacen con menos de 30 semanas de embarazo...tendrán algún episodio de apnea.
En la UCIN, se controla con monitores a todos los bebés prematuros para detectar apnea. El tratamiento de un episodio de apnea puede ser tan sencillo como estimular suavemente al bebé para que vuelva a respirar.
Anemia.
Muchos bebés prematuros carecen de un numero suficiente de glóbulos rojos para transportar oxígeno a todas las células del cuerpo, es fácil de diagnosticar con pruebas de laboratorio. Estas pruebas determinan la gravedad de la anemia y la cantidad de nuevos glóbulos rojos que fabrica el bebé.
Los bebés prematuros pueden desarrollar anemia por diversas razones. En las primeras semanas de vida, los bebés no fabrican muchos glóbulos rojos nuevos. Asimismo, los glóbulos rojos de un bebé tienen una vida más corta que los de un adulto. Y las frecuentes muestras de sangre que se deben ir tomando para realizar todas las pruebas de laboratorio dificultan la reposición de los glóbulos rojos.
Hiperbilirrubinemia.
Una afección habitual y tratable de los bebés prematuros es la hiperbilirrubinemia, que afecta al 80% de los bebés prematuros. Los bebés con hiperbilirrubinemia tienen concentraciones elevadas de bilirrubina, un compuesto que se produce como resultado de la descomposición natural de la sangre. Las concentraciones elevadas de bilirrubina hacen que los bebés desarrollen ictericia, una tonalidad amarillenta en la piel.
Aunque una ictericia leve es bastante frecuente incluso en bebés nacidos entre las 28 y 42 semanas es mucho más habitual en los bebés prematuros. Las concentraciones de bilirrubina extremadamente elevadas pueden provocar lesiones cerebrales, motivo por el cual se supervisa atentamente la ictericia en los bebés prematuros para poderla tratar rápidamente, antes de que la bilirrubina alcance concentraciones peligrosas. Los bebés con ictericia se colocan debajo de unas lámparas especiales que proyectan una luz azulada que ayuda al organismo a eliminar la bilirrubina.
Síndrome de dificultad respiratoria neonatal.
Uno de los problemas más frecuentes e inmediatos a que se enfrentan los bebés prematuros es la dificultad para respirar. Aunque hay muchas causas posibles de las dificultades respiratorias en los bebés prematuros, la más frecuente es el síndrome de dificultad respiratoria neonatal.
En este síndrome, los pulmones inmaduros del bebé no producen suficiente cantidad de una sustancia denominada surfactante. El surfactante permite que la superficie interna de los pulmones se expanda adecuadamente cuando el bebé pasa de estar dentro del vientre materno a estar en el exterior y tener que respirar aire después del parto. Afortunadamente, este síndrome tiene tratamiento y muchos bebés lo superan sin problemas.
Aunque la mayoría de los bebés prematuros que carecen de surfactante deberán conectarse a un respirador, una máquina que les ayudará a respirar durante un tiempo, el uso de surfactante ha reducido considerablemente la cantidad de tiempo que estos bebés pasan conectados a respiradores.
Infecciones.
Las infecciones son una grave amenaza para los bebés prematuros ya que son menos capaces que los bebés a término de luchar contra gérmenes que pueden provocar enfermedades graves. La infección puede habérsela transmitido la madre antes, durante o después del parto o bien proceder de otras fuentes. Prácticamente todas las partes del cuerpo de un bebé prematuro se pueden infectar. Reducir el riesgo de infección es el motivo de que en la UCIN sea necesario lavarse las manos tan frecuentemente.
Conducto arterioso persistente.
El conducto arterioso es un vaso sanguíneo que desempeña un papel básico en la circulación fetal, al evitar que la sangre pase por los pulmones, ya que el oxígeno de la sangre fetal procede de la madre, no del aire inspirado.
En los bebés a término, el conducto arterial se cierra nada más nacer, pero en los bebés prematuros suele permanecer abierto. Cuando ocurre esto, se produce un exceso de irrigación sanguínea en los pulmones que puede provocar dificultades respiratorias y a veces insuficiencia cardiaca.
El conducto arterioso persistente se suele tratar con un medicamento denominado indometacina o con ibuprofeno, fármacos que permiten cerrar eficazmente el conducto arterioso en más del 80% de los bebés medicados. No obstante, si la medicación no resulta eficaz, puede ser necesario intervenir al bebé quirúrgicamente para cerrar el conducto.
Retinopatía del prematuro.
Luz
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