Bellos consejos por amor a tu bebé.


“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. 
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo… En cada vuelo, en cada vida, en cada sueño,
 perdurará siempre la huella del camino enseñado”

-Madre Teresa de Calcuta-

Cógelo en brazos y abrázalo fuerte, permanentemente, siempre, ocurra lo que ocurra, desde que nazca hasta que pese tanto que no puedas con él, entonces abrázalo sentados, o de pie, o en la cama, pero no dejes de hacerlo durante el resto de su vida.
Piensa en los abrazos que te hubiese gustado recibir a ti.
Disfruta de llevarlo contigo a todas partes. Será poco tiempo, pero lo recordarás con añoranza el resto de tu vida.

Te dirán que se acostumbrará a los brazos, y sí, es cierto, se acostumbrará a los brazos y no querrá otra cosa, porque eso es lo que se debe hacer, acostumbrarle a sentirse querido, protegido y abrazado.
Que aprenda desde muy pequeño que siempre te tendrá a su lado, que se sienta seguro, sabiendo que ocurra lo que ocurra podrá caminar de tu mano.

Asienta las bases de la confianza, del amor y del respeto, desde el principio.
Trátalo como a un igual, no le engañes, no pongas sobre sus hombros tus pesos.

Aliméntalo, no importa si de tu pecho o de un biberón, pero cuando lo hagas abrázalo en tu regazo, de forma que escuche tu corazón y sienta tu mirada, tu latido y tu calor. 

No permitas que llore, nunca, acompáñalo, consuélalo, abrázalo.
Te necesita y esa es la única forma que tiene de expresarse.
No desoigas su llanto, acállalo con besos y caricias, no le restes importancia.
No permitas que crezca creyendo que su llanto no te importa.
Quiérelo fuerte, para que nunca se sienta solo.
Y díselo todos los días para que no lo olvide.

Olvídate de cumplir con las normas de sociedad que esperan los demás.
Crea las tuyas propias, las que os hagan felices, las que os den seguridad, las que os hagan crecer como familia.

Aprovecha y lee antes de que nazca. Después no leas.
Después sólo siente, piensa, abraza, besa, acaricia, ama…
Cría. Como sólo tú sabes hacerlo.

Como te indique tu naturaleza y ríete de todo lo leído, de todo lo aprendido.
Como te oriente el corazón.
Ese es el único libro que seguirás a rajatabla, el que nunca te fallará, y el que cuando te equivoques, porque lo harás, sabrá perdonarte.

Tu hijo ha nacido y te sobra el mundo, porque tu mundo ahora es el.

Serán sus tristezas heridas en tu corazón.
Sus lágrimas se te clavaran en tu pecho como puñales.
Y pese a todo no habrá un solo día en el que no le ames sobre todas las cosas.
Y querrás hacer mágica su vida, porque él ya lo hizo con la tuya.

Luz

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